martes, 12 de junio de 2012

BORRASCA

En estos aciagos tiempos es inevitable para mí recordar una frase escuchada en la cárcel de Tocuyito, Estado Carabobo, mientras visitaba a unos presos políticos a principios de la década de los setenta: “La cárcel es un reflejo reducido de la sociedad que está allá afuera”. Un microcosmos que especula el mundo exterior. Era la conclusión a la que había llegado un guerrillero que estaba allí recluido. Por un curioso símil pudiéramos decir que la misma frase puede ser ajustada tangencialmente a esa actividad insubordinada que se expresa mediante la escritura, el rayado, el dibujo, el garabato, y hasta el grafiti sobre las superficies que cobijan los espacios anónimos de los baños públicos, a la que comúnmente se le denomina vandalismo. Un rasgo sobresaliente de esta actividad es el apremio que manifiestan los trazos, los rayones, las manchas. Otro es la compulsión perturbadora que refleja frustraciones múltiples; la del querer Decir pero sin lograrlo del todo, ya sea por causa de la fugacidad de la gramática, de la idea, del tiempo, por los pesados convenios del sistema político-social, de las jerarquías, de las represiones, de las gravitaciones morales; la Urgencia de querer comunicar a viva voz lo que las convenciones reguladoras no permiten, la Premura por articular el desacuerdo, la protesta, la decepción. También lo instintivo se declara y se arroja reclamando personas, revelando deseos, infligiendo agravios. Pudieran compararse algunos de estos espacios con ciertos parajes escondidos y escabrosos, con el otro lado de la moneda, con la cara oculta de la Luna, con el lado obsceno que nutre y refugia a la hipocresía. Es tal la enmarañada flora de estos lugares que a veces se convierten verdadera y gradualmente en palimpsestos orgánicos que van corriendo el velo de una psiquis colectiva al espectador acucioso que concurre necesariamente a estos territorios para el descargo fisiológico y también para otros fines. Uno de esos observadores minuciosos de la actividad febril y subversiva que bulle en los baños públicos es Douglas Sosa, quien va elaborando sus pesquisas, descifrando texturas, persiguiendo líneas, inquiriendo veladuras, detallando manchas; que no solo le revelan el posible móvil del crimen, cual sabueso detective, sino que además va descubriendo la maravilla de los matices coloridos de las sombras, de las formas que parecen evocar paisajes, que semejan personajes, que se desvanecen en acciones. Es un espectador que va transcribiendo el paso del tiempo producido sobre las superficies de las puertas de los cubículos de los baños públicos, en este caso los de esta Universidad (Unearte), por el óxido, por la desidia y por la violencia. Así mismo Douglas Sosa por medio de su propuesta plástica traduce su propio tiempo que es el tiempo de todos nosotros, nuestra contemporaneidad, el de las personas, de los objetos y de los hechos, invitándonos a la participación y al reconocimiento del escándalo tras bastidores que se ampara bajo las numerosas duplicidades que nos envuelven y que habitamos en esta, nuestra pequeña sociedad. José Luis Blanco T. Byam Shaw School of Art. London Diploma in Art and Design. With Distinction. England. B.A. (Hons) Fine Arts and Design. Ex –tutor. Venezuela, Junio de 2012.

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